Por Charles Espriella
La mayor parte del tiempo están en torno tuyo,
aullando, buscando asustarte. Se alimentan de tus miedos, de tus insomnios, del
sudor frio de tu nuca y del aliento entre cortado que despliega tu cuerpo.
Ellos te rodean y no te dejan vivir; te
quieren suyo; son egoístas y les da miedo la soledad pero no están contigo para
hacerte feliz, son parásitos.
Te quieren codependiente, servil, sumiso,
saturado de inseguridad… no mereces nada más…
Son fantasmas, entes que vivieron, viven y vivirán
por mucho tiempo, así, hombro con hombro a lado tuyo…
Eres su transporte, su asilo, su morada, su
cueva, su castillo y su luna llena… les das vida, los haces sentir tan vivos
que casi pueden tener sangre y carne, huesos y viseras… me atrevo a creer que
puedes tocarlos.
Puedes sentirlos esas noches de insomnio, están
acostados al lado tuyo y también miran el techo fijamente buscando dormirse
pero no pueden; te son tan fieles que sus parpados aguantan abiertos hasta que
pueden ver los tuyos cerrados…
Después que haz dormido, entran a tus sueños, ahí
navegan, te toman del corazón, encajan sus uñas, son niños jugando con una
pelota en el recreo y tu alma es ese cuerpo esférico…
No hablan pero los escuchas…
Tu sabes lo que piensan de ti pero no te atreves a confrontarlos, el miedo
que sientes por ellos te ciega, te ofusca, te paraliza;, eres el gusano más
cobarde de la creación, no tienes respeto por ti mismo… te das tanta lástima
que duele…
Y así están día y noche tus fantasmas tomándote
de la mano, todos los días…
Y así es como es que morirás…
Y no podrás evitarlo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario