Bye Bye
Seahawk
Por Charles Espriella
Por Charles Espriella
Es sábado,
ya pasa de medio día, voy caminando por la banqueta del lado sur del Blvd. Luis
Encinas y voy de este a oeste rumbo a un restaurante de comida rápida.
Me fijo en la banqueta y pienso que seguramente esa banqueta tiene más de 40 años. Luce vieja, antigua, como de otra época. Esta más alta que su vecina del lado norte. Pedazos de chicles pegados como tatuajes; colillas de cigarros; botellas de plásticos y trozos de papel están habitando sobre el caliente cemento de mayo. Son solo 35 grados centígrados a las 2.:12 pm… no es para tanto… quizás este exagerando.
Me fijo en la banqueta y pienso que seguramente esa banqueta tiene más de 40 años. Luce vieja, antigua, como de otra época. Esta más alta que su vecina del lado norte. Pedazos de chicles pegados como tatuajes; colillas de cigarros; botellas de plásticos y trozos de papel están habitando sobre el caliente cemento de mayo. Son solo 35 grados centígrados a las 2.:12 pm… no es para tanto… quizás este exagerando.
Sigo caminando,
lento, me duele el tobillo izquierdo. Ayer corrí media hora y cuando me baje de
la caminadora, pise mal y me doble el pie.
Así que, transito sin prisas, con un dolorcito rico que parece como que
quema pero da punzadas de electricidad sobre la parte interior del pie.
Pienso de
pronto que la banqueta, a pesar de ser antigua, se ve sólida y fuerte… y en
esos pensamientos estaba hundiendo mis pasos, entre el dolor, el hambre y
cemento cuando de pronto, un fuerte
viento me vuela la gorra que traía y la hace sobrevolar por encima de unas
maceteras que están abandonadas justo donde antes estaba el Canal 12 de
Televisa.... va y aterriza justo en la rúa del Luis Encinas… Me imagino que se
pueden imaginar lo que viene a continuación… ¡así es! Un camión del transporte
urbano, que venía como a unos 40 kilómetros por hora, le pasa por encima a mi “cachucha”…
Y no es
cualquier gorra, es la de los Seahawks…
de mis favoritas pues…
Le pasa por encima, y la misma fuerza del mastodonte de acero hace que todavía ruede hacia donde avanzaba la mole como si la gorra buscara seguir al camión.
Le pasa por encima, y la misma fuerza del mastodonte de acero hace que todavía ruede hacia donde avanzaba la mole como si la gorra buscara seguir al camión.
Pego un
revire para todos lados… no hay nadie… solo mi gorra atropellada y mal trecha,
mi 1000 preguntas acerca de las posibilidades de que esto ocurriera y yo…
camino adolorido física y moralmente hasta dónde está mi gorra y veo que está hecha un harapo… ¿por
qué la vida es tan injusta? Sabe… pinche vida así es… le vale un pepino tu
existencia… es más, puedo apostar doble a nada que ni te hace en la Tierra…
De la nada
sale un cabrón que venía corriendo por entre el camellón y llega hasta donde
estoy, el wey era una mezcla entre Cepillin, el Mago de Oz y Paty Chapoy… raro
hasta las madres.
-¡A la bestia jefe! ¡Qué mala onda que le fregaran la cachcucha!- para luego reírse como si fuera payaso de circo el muy jodidito.
-¡A la bestia jefe! ¡Qué mala onda que le fregaran la cachcucha!- para luego reírse como si fuera payaso de circo el muy jodidito.
¿Qué le
dices a una persona que no conoces y que se burla de tu tragedia y que tiene la finta de asesino serial?
-Si mi
amigo, que mala suerte- le contesto.
-¡Simón! Y se ve que estaba chila la cachcucha…
-Me gustaba mucho, era de mis favoritas…
-¿Y qué vas a hacer con ella jefe?
-Pues no sé, tirarla quizás… ¿la quieres?- le pregunte mientras lo miraba a los ojos.
-¡Ahuevo Jefe! ¡Está bien chingona!- me contesto como si hubiera ganado el “melate”.
-¡Simón! Y se ve que estaba chila la cachcucha…
-Me gustaba mucho, era de mis favoritas…
-¿Y qué vas a hacer con ella jefe?
-Pues no sé, tirarla quizás… ¿la quieres?- le pregunte mientras lo miraba a los ojos.
-¡Ahuevo Jefe! ¡Está bien chingona!- me contesto como si hubiera ganado el “melate”.
Tome mi
sucia y favorita gorra y la vi y mis dedos se aferraban a ella… algo en mi me decía
que no debía dejarla ir… que quizás con mucho Suavitel y jabón Zote se podía hacer
algo… pero ya le había dicho a mi amigo Cepillin que se la iba a regalar… o al
menos lo había sugerido…
Y como
muchas cosas que he hecho en mi vida pensé: “chingue su madre” y se la di al
Cepillin mientras miraba como los ojos del amigo se le ponían grandes y
redondos como dos platos.
-¡Que machín
Jefe! ¡Muchas gracias!- le pego una sacudida contra su muslo derecho, que en
honor a la verdad, estaba más sucia la tela del pantalón que la misma gorra; se
la lleva lentamente a la cabeza y sonriendo me pregunta: “¿Cómo luce Jefe?” a
lo que solo le contesto: “poca madre”…
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