Lo recuerdo como si hubiera sido ayer; fue en la Semana
Santa del 2007, estábamos de vacaciones en Phoenix.
En aquellos días, la ciudad era una revolución total, un tipo, del que solo se tenían
referencias muy débiles por parte de algunos testigos, estaba secuestrando
niños.
Se los llevaba y días después aparecían sus cuerpos torturados en las orillas
de las carreteras o en los parques.
La policía no sabía qué hacer, estaba vueltos locos.
La alerta “Amber” era aplicada muy seguido.
No quería ir a Phoenix, no me gustan las ciudades grandes,
pero Elena quería ir porque allá vivían unas amigas de ella que la invitaban a
cada rato.
Las amigas con las cuales ella creció desde la primaria hasta la universidad,
las amigas de “toda la vida”.
“Ve tú” le decía entre broma y verdad, “Santiago y yo nos quedamos aquí en la casa”…
“Vamos todos” insistía, “te van a caer bien sus esposo, también les gusta el
baseball y la música rock”.
Después de mucha labor me convenció y fuimos.
Ella estaba embarazada de Elenita en aquel tiempo, tenía 7 meses pasados, y por
ahí le quería yo convencer de que mejor nos quedáramos en casa: “es muy pesado
para ti Elena, vamos a quedarnos aquí mejor.” Le decía sin lograr una sola gota
de comprensión al respecto.
Pues bien, fuimos a Phoenix, nos instalamos en un hotel del
centro cerca del estadio de Baseball, la casa de los “Diamondbacks” y, la
verdad es que la ciudad me pareció bonita. Por lo menos esa parte.
Nos registramos; Elena le hablo a sus amigas, minutos más
minutos menos llegaron y aquello parecía una fiesta.
Mientras llegaban las amigas de mi esposa, me puse a ver la televisión
y fue ahí cuando en las noticias estaba un tipo de cara dura y muy seria
hablando acerca del asesino de niños.
Nada más de imaginarme que eso me pudiera pasar a mí o a un
ser querido, o a cualquiera, me puso mal, me hizo sentir el estómago revuelto.
Creo que no hay nada más terrible para un padre que un hijo
muera, pero creo que debe de ser más terrible aun que un hijo tuyo desaparezca
y nunca más sepas de él. Debe de ser la peor de tus pesadillas. Sin duda algo
que no se le desea ni a tu peor enemigo.
Me tome una cerveza mientras Elena se bañaba y veía a
Santiaguito dormido sobre una de las
camas que había en nuestra habitación.
Me le quede mirando pensando lo mucho que lo amaba y le di
gracias a Dios por habernos dado la dicha de prestarnos a este bello angelito
que había llegado a nuestras vidas para hacerla más plena y bella.
Así me acerque lentamente a él y le bese la frente y le tape
y me le quede viendo por algunos minutos. “Te amo” pensé.
En la tele seguían las noticias acerca del asesino y
secuestrador de Phoenix.
Al fin Elena salió de su ducha, se vistió en un chasquido,
raro en ella y justo cuando se estaba peinando, tocaron la puerta y llegaron
sus amigas.
Aquello parecía una fiesta de fin de año: besos y abrazos, y
gritos y más abrazos. Parecía como si tuvieran siglos sin verse.
Empezaron los planes acerca de lo que íbamos a hacer, prácticamente
íbamos a vivir en 4 días lo que no habían vivido ellas en 7 años de no verse.
Telma nos dijo que en su casa tenía una niñera de mucha
confianza que sería la que cuidaría a todos los niños, que no nos preocupáramos.
Nos pusimos de acuerdo y quedamos de vernos más tarde para
irnos de “party” por la ciudad.
Elena quiso ir a una tienda que estaba cerca del hotel, un “Mervyns”
a comprar algo de ropa.
Llegamos y, claro que vio “toda la ropa”… pantalón por pantalón…
Santiago y yo estábamos cansados y aburridos hasta que después de casi 2 horas
llego Elena con solo “una” blusa y de su boca salió un “no hay nada que me
guste, todo está muy escogido”…
Nos fuimos a la caja y, claro, había una fila larga de unas
15 personas… el lugar estaba repleto de gente.
La fila no avanzaba, a Elena le dolían los pies y Santiago estaba aburrido lo
que le sigue.
Mientras Elena veía la ropa, caminando por ahí había visto en el área de discos
y libros un disco de ACDC y mientras hacía fila pensé en comprarlo de una vez.
-Elena, quédate con Santiago, voy por CD que vi.
-Ok- me respondió y me fui lentamente sabiendo que le faltaba rato a la fila
para que llegara nuestro turno para pagar.
Cuando volví con el disco seguía la fila prácticamente igual
y veo que Santiago no estaba con Elena.
-¿Y Santiago Elena, dónde está?
-Se fue tras de ti- me respondió…
-No juegues Elena, no lo vi, no lo vi en ningún momento conmigo…
-Por ahí debe de estar- me dijo mientras pegaba un grito discreto llamando a
nuestro hijo.
Me vino a la mente las noticias de la televisión y sentí que
se me nublaba la vista.
-¡Santiago! ¡Santiago!- grite histérico, la gente a mi
alrededor volteo a verme asustada.
-¡Santiaguito! ¡Hijo! ¿Dónde estás Campeón?
Llega un guardia de seguridad que estaba cerca de nosotros y
me pregunta que qué es lo que pasaba; como pude en mi mal inglés, le explique que
mi hijo se había perdido.
Le hizo una seña a la cajera y ella dejo de cobrar y por medio de la radio que traía
dijo no sé qué cosa y cerraron las puertas de cualquier salida de la tienda y
se reunieron con nosotros otros guardias y empleados de la tienda.
A un hombre que hablaba español le di la descripción de mi hijo y su nombre y
de inmediato comenzaron a buscarlo por toda la tienda, vestidores, baños, entre
la ropa y escuchaba cuando las otras personas le llamaban “¡Santiago!
¡Santiago!
Inclusive algunos clientes estaban ayudando.
Un guardia llamo a la policía y según me dijeron dieron la
dichosa alerta “Amber”… mi niño era una alerta “Amber”…
Pasaron cinco, luego veinte minutos y luego la hora…
Elena estaba llorando hincada en el sueño y gritaba su nombre… yo no sabía qué
hacer si enojarme con ella o conmigo o tirarme al suelo…
Una señora que era cliente intentaba consolarla y le pasaba
el brazo por los hombros y le decía que debía calmarse por él bebe que estaba
esperando.
No dejaba de rezar, le ofrecí a Dios todo, todo lo que se le puede ofrecer
cuando sientes que tu vida cae en un abismo… “No me hagas esto Señor, por
favor, no me hagas esto…”
Llega el manager de la tienda y me pide que lo acompañe para
ver los videos de las cámaras de seguridad.
Le da a la tecla de “play” y comienza el video… en las imágenes
se ve la gente entrando y saliendo… y de pronto, se ve un hombre vestido de
blanco llevando de la mano a Santiago… después desaparece de cuadro y es lo último
que vi de mi niño.
Aquellos momentos quería meterme a la pantalla, arrebatárselo,
golpear al tipo ese hasta la muerte… sentía que mi cabeza iba a explotar… quería vomitar, quería desaparecer…
Paso todo lo que tiene que pasar… Santiago no apareció ni su
cuerpo…
Elena y yo nos separamos hace 4 años… nos volvimos
insoportables el uno con el otro…
Elenita vive con ella… se parece mucho a Santiago… no puedo evitar llorar
cuando la veo y sé que ella no lo merece.
Sé que también le falle a ella cuando le falle a él…
Elenita no se merece esto. Se merece todo el amor del mundo.
¿Dónde estás Santiaguito? ¿Habrás dormido bien?
¿Comiste? ¿Estas vivo? ¿Me perdonas?
Perdóname por favor, perdóname hijo…
Adiós Phoenix
Charles Espriella
Agosto del 2017