viernes, 28 de agosto de 2015

“Cuento corto de un mal amor”

“Cuento corto de un mal amor (deseo)”

Por Charles Espriella
-Que se pudra este amor,  que se eche a perder y que sea devorado lentamente por  gusanos y moscas y cualquier cosa que tenga que dejar limpios sus restos, sus huesos… después que no quede sangre ni carnes de su pasado, que sus huesos se pulvericen y llegue un fuerte viento y esparza los polvos óseos por todo el mundo, que se separe tanto de lo que un día fue que no haya vestigios ni historia, que no quede un solo rastro, un sol recuerdo ni pensamiento…  que su nombre se me borre de la mente, de los ojos, de los labios, de la sangre y el corazón…
Que  yo después sufra de amnesia, que no pueda  recordar nada ni siquiera como atarme las agujetas de mis zapatos.
Que  ya no sepa  distinguir cuando es de día y cuando es de noche. Que no me importe que mes es o si es que tengo que cambiarme de ropa  o cepillarme los dientes o pagar mis facturas o dormir o despertar… no quiero recordar nada, nada de ella…
-¡A la madre amigo! ¿Pues qué te hizo?

-Me amo como nadie y no supe amarla…

jueves, 27 de agosto de 2015

“Ser con todo y con todos…”

“Ser con todo y con todos…”
Por Charles Espriella
Los codos en las rodillas, las manos sobre las mejillas y los ojos postrados en el cielo.
Los zapatos tirados bajo la cama; la toalla húmeda al final de la escalera y la puerta que da al patio medio abierta.
Casi hay  un sagrado silencio si no fuera porque  puedes escuchar el flujo de tu sangre recorriendo tu cuerpo en ese laberinto de órganos y huesos…
Tus parpados se cierran, respiras lento pero profundo, estas disfrutando el aroma de esa tarde, estas fluyendo y vas y vienes como un columpio de cadenas largas…
Eres las ruedas de tu patineta; eres ese chicle sin sabor pegado bajo la mesa del desayunador… eres la escarcha de hielo un congelador antiguo…
Obsoleto por gusto, por necedad, por el hartazgo que te brindan  los años…
Eres tantas cosas… la tiza de carbón de la cabeza abatida de un fósforo… el algodón usado con sangre que curo heridas… la hoja seca de naranjo escondida y abandonada debajo del cartón de  embaces de cerveza vacíos…
Te sonríes, sacas la legua, sientes el aire, sientes como se seca rápidamente…
Estornudas sin querer y te muerdes  el labio de abajo, el que ha sido mordido muchas veces otras bocas. Ya eres inmune a las mordidas… brota un poco de sangre… sabe rica…
Te llega la noche y sigues en ese estado casi catatónico mentalmente… no te importa nada…
Así es como debe de ser la vida… una contemplación de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro en armonía y sin interrupciones…

Ser con todo y con todos…

“Paciencia”

“Paciencia”
Por Charles Espriella
Vamos a morirnos juntos
Tu allá a kilómetros de mí y yo acá tan lejos como un abismo plagado de millas.
Tu soñando conmigo y yo aquí soñando contigo…
Como dos tormentas perfectas en momentos y distancias exactas…
Tu amándome a tu manera y yo pretendiendo amarte a la mía, a mi forma…
Tu mirando un cielo, a veces nublado y otras veces plagado de luz y rayos solares.
Y aquí yo sentado viendo tormentas mientras tú te embriagas de tranquilidad y paz.
Y luego yo aquí con sobre dosis de hastío y calma y tu allá en tu huracán, en tu tsunami…
Nos invaden las mismas cosas y nos dividen la misma paciencia incierta de esta distancia…
Eres mía aunque no lo sepas y yo soy tuyo aunque no lo quiera…
Tu aliento son mis horas y mis tropiezos tus razones…
Fuimos hechos para estar juntos aunque no quisiéramos…
Somos el pretexto perfecto que la vida creo para burlarse de su cruel destino, de ser solitaria por toda la eternidad…
Eso sabe a un puño de acero en la boca y también a un kilo de arena con agua salada sin espuma entrando lento por tus ojos…
Las casualidades no existe, no es más que tus labios, allá, lejos de mí con los tuyos… y yo los muerdo… porque me encanta, porque saben a ti… así como sabe el olor a tierra sobre el pasto después de una larga lluvia…
¿Para qué diablo nos amamos si sabíamos que nunca habíamos de estar juntos?
No lo se
Eres mía, y yo soy tuyo
Tu allá y yo acá…

Mía para siempre y de nadie más…

lunes, 24 de agosto de 2015

“La Primera Vez”

“La Primera Vez”
Por Charles Espriella
¿Cómo era ella?
Tenía los ojos color miel y era blanca, casi transparente. Cabellos rojo casi hasta la cintura y aunque en aquel tiempo teníamos la misma edad ella era más alta que yo.
Teníamos 12 años, éramos unos niños cuando nos enamoramos.

No podía dejar de pensar en ella y solo esperaba a que dieran las 12:30 para salir volando en mi bicicleta del colegio e irle a buscar a la escuela en la que ella estaba y así, así pasar la tarde juntos, riéndonos, platicando, mirándonos, buscando pretextos para tocarnos las manos…

Nunca la bese, no despierto. Me daba miedo ¿saben?
No se si ella lo deseaba, supongo que sí, pero es que jamás en mi vida había besado a nadie. Les presumía a mis amigos que si lo había hecho, pero eran puras mentiras, patrañas de chamaco…

Durábamos sentados en la banqueta de afuera de su casa horas enteras, hasta que salían ya noche nuestros padres a buscarnos y a decirnos que ya era suficiente.

Y como suele pasar, a mi madre le caía en gracias todo esto, pero a la madre de ella no…

Un verano salimos de vacaciones  lo que a mí me pareció una eternidad y cuando volví a la ciudad solo tenía el loco deseo de verla y platicarle… a penas y me cambie de ropa y salí volando de nuevo en mi bicicleta como lo hacía y mi madre me grito: “con cuidado” y no me importo porque solo quería estar a su lado y oler su dulce aroma y perderme en sus ojos y tocar sus manos suaves como la seda…

Ese verano estaba decidido a decirle que fuera mi novia, antes de dar vuelta en la esquina de la cuadra para llegar a su casa, me pare en  una casota que estaba muy bonita y llena de rosas y corte algunas para ella. Le quite con cuidado las espinas, metí mi mano en mis bolsillos y vi que traía 10 pesos y pensé en comprarle un chocolate y así lo hice en la tienda de enfrente…
De nuevo sigo mi marcha, mi corazón late como el tambor de un guerrero apache, mi pulso se acelera, sonrío como estúpido solo por sonreír, mis ojos se tornan grandes y mi pelo se confunde con el viento cálido de aquel agosto…

Al llegar a su casa me doy cuenta que ella está abrazando a otro, uno más alto que yo.
Tiene los ojos cerrados y él toma delicadamente su mentón afilado y lo levanta y lo lleva lentamente hasta sus labios y la besa…

Mis puños se apretaron tan fuerte que casi cortaban mis manos… de pronto todo se oscurecía, era una locura, no podía creerlo…

No supe que hacer… llore todo el camino de vuelta a mi casa…
En cuanto cruce la puerta y mi madre me vio a los ojos ella supo lo que me había pasado…
Llore en sus brazos y después me fui a mi cuarto y me acosté con la espalda aplastada por todo el peso del universo sobre mi… y volví a llorar…
Y ella nunca más me hablo…
No sé si me vio… qué más da…
Así fue la primera vez que una mujer me rompió el corazón…

viernes, 21 de agosto de 2015

"Eres"

“Eres”
Por Charles Espriella

Eres el brillo de la braza de un cigarro en medio de la oscuridad…
Un paraguas siendo agarrado de la mano izquierda de una joven esperando que caiga sobre de ella una tormenta de lluvia de estrellas…
Eres la casualidad que nunca llega…
Una voz vibrante con luz propia viajando a través de las nubes…
Eres la gota de lluvia que se mezcla con el charco que nació a mitad de la calle y que no pidió venir a este mundo…
Eres un café frío sin azúcar… o tan solo el recuerdo de una canción de los Beatles…
Eres la llamada telefónica que nadie hizo…
Estuviste tanto tiempo en este mundo y apenas pareciera que nunca lo hiciste…
Fugaz como un atardecer de invierno…
Fue cuando comencé a conocerte cuando tuviste que irte…
¿Cuántas veces camine contigo? ¿Cuántas veces dijiste adiós? ¿Cuántas veces prometiste volver y no lo hiciste?
¿Cuántas veces te espere hasta el amanecer?
La última vez que te vi con vida estabas frío, helado, temblabas y apenas y podías mirarme a los ojos…
“No quiero morirme” me dijiste
“No lo harás” mentí…
Nos vemos pronto, no sé cuándo, pero será cuando tenga que ser…
Tú ya eres eterno, no sabes de tiempo ni de espacio…
Te veré pronto…
Corazón de toro, alma de león, espíritu libre… pronto, muy pronto…


miércoles, 19 de agosto de 2015

“Te amo de manera eterna”

“Te amo de manera eterna”
Por Charles Espriella
Te llevo en los labios, como saliva brillando con sabor a paleta helada de uva.
Te veo en todos lados a toda hora, es como si el mundo estuviera hecho de tus ojos, tus senos y tus palabras…

Siento un hormigueo cada vez que pienso en ti, lo siento justo en medio de mis ojos… es como un trance, una espiral envolviéndome…

Siempre te he deseado, desde que estábamos en la secundaria y te veía sonriendo por toda la escuela con tus labios perfectos y tu boca llena de dientes y tus ojos grandes y azules como zafiros…
Siempre he querido darte un beso, robarte y hacerte mía… y que tú también lo quieras, claro, a fuerzas nada… a fuerza nada… que tú me quieras, eso sería una locura…

Siempre estabas rodeada de gente, pareciera que tuvieran alas y cuidaran de ti… siempre en torno a ti, como grandes murallas de carne y hueso… impenetrable para cualquier simple mortal…
Ya han pasado 28 años, es mucho tiempo, es casi una vida…

En tanto tiempo hay seres humanos que han construido catedrales, han conquistado países, han esculpido obras de arte o han visto nacer y crecer a sus hijos… es demasiado tiempo, mucho sin ti…
Es demencial esto que me haces…

Y recuerdo cuando te vi por primera vez… ahí estabas frente a la tienda donde comprábamos sodas y dulces… era como si el sol hubiera bajado a la tierra, todo en torno a ti brillaba, eras oro…
Me quede pasmado, viendo como el universo entero giraba en torno a ti así en tan solo un chasquido de dedos…

Después cometiste la impudencia de mirarme en una milésima de fracción de segundo lo que mi me pareció una eternidad… después de ese momento mi alma sabía que algo en mí ya estaba encadenado irremediablemente a ti…

Tú no lo supiste…  ¡que ibas a saberlo! No era nadie para ti, no era nada…
Y hoy después de todo ese tiempo te vuelvo a ver…

Tus ojos grandes platos de agua zarca brillan como dos estrellas fugaces, pero no tienen vida… estas ahí sentada en tui silla de ruedas con esa bata blanca, pálida como si fueras de porcelana y tus rubios cabellos se han tornado grises…

¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto?

De pronto, volteas y me ves, la habitación donde estamos está un poco oscura y tus pupilas se dilatan… y dices mi nombre… y suena como si lo hubiera escuchado por primera vez, suena embriagante, majestuoso… suena como solo tus labios pudieran pronunciarlo…

Te voy a platicar todo lo que hice en este espacio de tiempo sin ti…
Te tomo de las manos y comienzo…

Y esta vez no te dejare ir, porque siempre te amé…

martes, 18 de agosto de 2015

"La Viuda Negra"

“La Viuda Negra”
Por Charles Espriella

¿Les platique que no me gustan las arañas?
Les voy a comentar algo que me ocurrió una noche…
Pues bien, llego una noche a mi casa; está vacía… mi familia se habían ido y no sé si iban a volver, no habían sido buenos tiempos, las cosas iban de mal en peor, la verdad no sabía  qué cosa más pudiera salir aún más mal…

Venia del trabajo, estaba cansado, solo quería  tomar una ducha y luego irme a dormir. Mil veces hubiera querido no despertar, así de mal estaban en mi vida  las cosas.
Estaba harto de sentir esta desolación todos los días…

Intento encender la luz y no prende, me la habían cortado, no tengo luz…
Fui  hacia la cocina dando tumbos con los muebles y cosas que están por allí y por acá. Llego hasta justo frente encima de la estufa y me apoyo con mi teléfono celular para alumbrar hacia la alacena que está justo arriba de ella.

Allí guardo unas veladoras.  Agarro una y volteo a ver la pantalla de mi teléfono, está indicándome que me están marcando desde un número que no es local, seguro es de algún banco para cobrarme alguna de las tarjetas de crédito… noto que la batería está a punto de acabarse y cuelgo… después apago el teléfono…

Voy hacia el sanitario, oigo que las llaves caen durante mi trayecto, no le doy importancia.
Entro y abro la llave de la regadera, me desnudo rápidamente y me meto a la ducha…
Cada vez que el agua toca mi cuerpo es como si naciera un millón de veces… se siente de maravilla…

Duro algunos minutos. Tomo una toalla, me seco como puedo, me envuelvo alrededor mío la toalla y salgo con la vela rumbo a la cocina… tengo hambre…

El refrigerador esta vacío… ya nada queda, absolutamente nada…

En la alacena un par de latas de atún;  galletas de quien sabe cuándo;  jugos con caricaturas; arroz; sopas instantáneas;  un pan viejo…

Y a lo lejos,  la llama de la vela se refleja en mis botellas de vino, esas que guardaba para una ocasión especial, para celebrar…

Tomo una botella;  busco torpemente en los cajones el destapa corchos, tomo de un gabinete una copa y me sirvo hasta el borde…

Tomo todo el contenido de un jalón, de un golpe…

Siento ese escalofrío recorrer mi cuerpo, esa sensación que te da el alcohol llegando por las venas a cada pequeño y recóndito lugar de tu cuerpo… siento ese calor en mis mejillas y esos “piquetitos” sobre mi estómago…

Me sirvo otra copa, pero me siento en la barra de la cocina donde solíamos desayunar, comer y cenar en familia y donde ahora es solo un pedazo de madera muerto y aburrido.
Pongo la botella y la vela frente a mi… más allá está el horno de micro ondas y a su lado derecho la puerta de servicio que da al patio y que tiene unas pequeñas ventanas que por alguna razón había olvidado cerrar y estaban abiertas… entraba un aire fresco y se respiraba delicioso el olor  a pasto mojado…

Tome la segunda copa de vino y en mi mente pasaban miles de recuerdos, de mejores momentos.
La gente analiza las cosas cuando le va mal pero casi nunca cuando le va a bien. Piensa que es obligación del destino que te vaya bien, que así tiene que ser. Y cuando te va mal no recuerdas que hacías para que te fuera bien y es entonces cuando estas hundido con el agua hasta el cuello en el fango y no tienes ni maldita idea que hacer.

Como me gustaría que mi familia estuviera aquí…
Estoy sumergido en esos pensamientos cuando de pronto veo que algo pequeño se mueve por la ventana, es una araña, le alcanzo de pronto a ver el reloj de arena rojo sobre su lomo, es una viuda negra.

Comienza a caminar y pienso que solo eso me falta, que me muerda una viuda negra y que días o quizás semanas después alguien encuentre mi cuerpo putrefacto desnudo tirado sobre el piso de la cocina…

Me le quedo viendo y realmente pienso que no son insectos feos, son fascinantes, su estructura y sus colores son algo increíble… sin embargo de pronto me siento dios y decido que ese pequeño insecto no vivirá más…

Me levanto, tomo la vela, doy vuelta hacia la alacena a buscar el matamoscas y regreso sin prisa hasta donde estaba y acerco un poco la vela hacia la ventana para tener mejor vista y darle un golpe certero  a la pequeña arácnida…

Para sorpresa ya no estaba…

Inmediatamente alumbro hacia el suelo, hacia el horno de microondas, hacia el techo, hacia la tabla del desayunador y no está por ningún lado…

Pienso que quizás se salió pero la verdad no pretendo averiguarlo. Estoy muy cansado para seguir invirtiéndole neuronas y tiempo al insecto… que se vaya y que sea feliz…

Voy a la alacena, agarro otra botella de vino…

Antes de abrirla, la luz de la vela delata que mi copa está llena aun.
La agarro y le doy un trago profundo…
El vino caliente sabe a mil rayos, pero qué más da…

Estoy tragando  de un jalón como si fuera tequila cuando tengo esa sensación en mi lengua y después en mi garganta de que algo sólido viajo por ahí…

Pienso: “es la viuda negra”

Siento sus patitas caminando por dentro de mi garganta, que va y viene… me aterro… comienzo a hacer esos ruidos como cuando te da comezón en la faringe  y solo consigo sentir que se mueve más la araña…

Comienza a llover…

Desesperado tomo la vela y quiero buscar mis llaves que hacía unos minutos atrás se me habían caído quien sabe por dónde…

Un viento que se cuela por la ventana alcanza a la llama de mi vela y la fulmina… la mata… se apaga y no hay más luz…

No recuerdo donde deje mi teléfono celular ni el encendedor… las patitas se siguen moviendo por dentro de mí…

Intento provocarme el vómito… meto mis dedos índice y medio de la mano derecha hasta el fondo de mi garganta… mi estómago se contrae repetidas veces…  siento el vino caliente invadir mi boca… la abro tan grande como pudo y al fin vomito… uno, dos y hasta tres borbotones de vino y ácido gástrico salen a chorros de mi boca…

Mis pupilas buscan acostumbrarse a la oscuridad pero no veo nada, comienzo a pisotear a ciegas el vómito tratando de matar a la viuda negra, siento como salpico por todos lados de basca…
Siento mis ojos llenos de lágrimas pero no revientan, no lloran, es como si tuvieran una vitrina que evitara que el llanto se derramara…

De pronto grito de angustia…
Mi alarido se confunde con los truenos de la tormenta…
Al fin logro llorar y caigo nervioso y aturdido de nalgas sobre el piso lleno de vomito…
De pronto siento las patas de peine de la viuda negra moverse aun dentro de mi…  espero la mordida en cualquier momento, espero las enzimas digestivas que recorrerán mi sangre y me mataran…

¿Puede matarme una mordida de una viuda negra?
Gateando busco las malditas llaves, las pinches llaves que quien sabe dónde jodidos quedaron… estoy muy desesperado, tengo miedo… tengo pavor, tengo pánico…

Vaya forma de morir…
¿Y si me muerde y no pasa nada?
¿Y si me muero y a nadie le importa?

Tocan a la puerta, corro como un loco hacia ella, resbalo en el vómito… caigo lentamente, así como en cámara lenta… mis manos buscan de cualquier cosa para sostenerme, no encuentro nada… mi nuca si encuentra el ultima escalón de la escalera…

Siento en milésimas de segundo una corriente eléctrica que recorre todo mi cuerpo hasta salir por las puntas de los dedos de mis manos… después ya no siento nada…


En el periódico se publicó que me encontraron muerto, borracho, encima de mi propio vomito dos semanas después en total estado de putrefacción y que el médico forense había encontrado en mi garganta una araña de hule atorada… una araña viuda negra…






“Fantasmas”

“Fantasmas”
Por Charles Espriella

La mayor parte del tiempo están en torno tuyo, aullando, buscando asustarte. Se alimentan de tus miedos, de tus insomnios, del sudor frio de tu nuca y del aliento entre cortado que despliega tu cuerpo.
Ellos te rodean y no te dejan vivir; te quieren suyo; son egoístas y les da miedo la soledad pero no están contigo para hacerte feliz, son parásitos.
Te quieren codependiente, servil, sumiso, saturado de inseguridad… no mereces nada más…

Son fantasmas, entes que vivieron, viven y vivirán por mucho tiempo, así, hombro con hombro a lado tuyo…

Eres su transporte, su asilo, su morada, su cueva, su castillo y su luna llena… les das vida, los haces sentir tan vivos que casi pueden tener sangre y carne, huesos y viseras… me atrevo a creer que puedes tocarlos.

Puedes sentirlos esas noches de insomnio, están acostados al lado tuyo y también miran el techo fijamente buscando dormirse pero no pueden; te son tan fieles que sus parpados aguantan abiertos hasta que pueden ver los tuyos cerrados…

Después que haz dormido, entran a tus sueños, ahí navegan, te toman del corazón, encajan sus uñas, son niños jugando con una pelota en el recreo y tu alma es ese cuerpo esférico…

No hablan pero los escuchas…

Tu sabes lo que piensan de ti  pero no te atreves a confrontarlos, el miedo que sientes por ellos te ciega, te ofusca, te paraliza;, eres el gusano más cobarde de la creación, no tienes respeto por ti mismo… te das tanta lástima que duele…

Y así están día y noche tus fantasmas tomándote de la mano, todos los días…
Y así es como es que morirás…


Y no podrás evitarlo…

Un sueño natural mexicano

Me gusto mucho el arte de este artista, se lo comparto con gusto.
A Mexican Natural Dream - Un sueño natural mexicano. Street art - Arte callejero. www.chicosanchez.com


sábado, 15 de agosto de 2015

“Desierto”


“Desierto”
Por Charles Espriella
La gente del desierto, la que vive en él, es gente que habla poco y mira mucho. Está acostumbrada a escuchar, no tiene tiempo de pasar más minutos hablando con otros. Capta las ideas, las razona, las procesa y luego ejecuta, toma acción.
El sol te evapora el agua de tu cuerpo; tu boca se seca, se convierte en nubes tan pronto como las palabras cruzan la frontera de los dientes hacia afuera.
El agua es bendita, es un tesoro, es un milagro tenerla, es oro líquido.
Las personas que vienen de otros lugares con climas más templados o favorecidos por el termómetro piensan que los sonorenses estamos todo el tiempo enojados, que gritamos al hablar…
Sin embargo, la gente del desierto es amigable, empática, solidaria, amiga, te ofrecen agua y a veces café…
El sol, el astro rey pareciera odiarnos… el calor pasa de los 40 grados centígrados y a veces la sensación térmica atraviesa la barrera de los 50 grados. Pareciera ser un infierno aquí en la tierra…
Cuando llueve sonreímos aunque todo se inunde y algunas cosas se vayan al carajo…
La gente del desierto viajamos a otras ciudades o países pero siempre volvemos a nuestra guarida, al pandemonium…
Quien sabe que arreglo tengas nuestras almas con estas tierras que deberían estar desoladas pero no es así. Aquí nacimos y aquí morimos y cada verano es lo mismo… es un ciclo, es un romance enfermizo…
Amamos al desierto y el desierto nos ama aunque intente evaporarnos… somos suyos y él lo sabe…

Habrá cientos o miles de lugares mejores en todo el mundo, pero los hijos del desierto siempre volvemos a casa… nos gusta la mala vida

viernes, 14 de agosto de 2015

“Escribo”

“Escribo”
Por Charles Espriella
Escribir, mucho y constante, hasta que se sequen las ideas, sangren los dedos y descanse el corazón.
Tomar la pluma o el lápiz, rayar con trazos y letras hoja tras hoja, hasta que se plasme una vida, un sentimiento o una forma nueva de ver el mundo.
Escribir para hacer reir o llorar, para hacer pensar u olvidar. Para viajar a lugares fuera de la realidad y encontrarnos a la par con un sitio irreal que evoca infiernos y paraísos, tan solo porque sí, porque se puede.
Decir por ejemplo “te amo” aunque me hagas odiarme a mí mismo por hacerlo.
Declarar abiertamente “te olvide” aunque mi sangre lleve tu nombre hasta el día en que muera.
Perder la razón o encontrarla en las letras, saltar entre versos y frases como un niño dormido descubriendo planetas…
Un lazo, una amarre con el pasado que ya se fue y con el futuro que no existe y que apenas y conseguimos imaginar. Escribir por escribir, porque a veces no tengo nada que decir y otras no se que hacer con todas esas palabras deseando ser abortadas de mi mente.
Escribo todo el tiempo aunque no lo haga en mi lap o en mi cuaderno. He escrito poemas y cuentas que nunca vieron la tinta ni fueron leídos por otros ojos, ni siquiera los míos.

Escribir lo que sea porque sí, porque puedo y porque tengo mucho que decir…  aunque a veces no sea cierto.

"Somos"

“Somos”
Por Charles Espriella
¿Qué somos?
Somos un manojo de células bien organizadas deambulando día y noche de un lugar a otro.
Flotamos dispersos a veces y en ocasiones en grupos pretendiendo saber hacia dónde vamos.
Lánguidamente volamos como motas de polvo sobre tenues rayos de sol que se cuelan frágiles por entre los pliegues rotos de una cortina vieja y acabada por el tiempo. Somos las victimas de algo que ya nos alcanzó y no nos dimos cuenta.
Por momentos creemos ser libres y dueños de nuestras vidas. Nada más torpe y absurdo que esta idea en nuestras cabezas es la suposición de que estamos en este sitio para hacer historia.
Según nosotros escribimos hojas en este libro en el cual nuestros nombres serán olvidados en unos cuantos años y que al final a nadie le importara.
Inmortales, fuertes y poderosos como un castillo de arena a la orilla del mar, fuimos creados cuando la marea estaba baja. El reloj sonríe inquieto al mirar como las manecillas recorren los minutos esperando que una marejada llegue con su marea alta para barrernos como escombros.
Creo que fuimos creados para el juego sin ganadores, los payasos que no hacen reír, la cerveza caliente o la alberca sin agua de algún extraño capricho de un ser que se divierte con nosotros viendo cual miserables podemos llegar a ser.

Al final no somos nada…

"La Puerta Abierta"

La Puerta Abierta
Por Carlos Espriella

Es de madrugada, el reloj marcan las 3:00 A.M.,   despierto,  lo miro, sus números rojos se vuelcan sobre mis pupilas y me hipnotizan. Soy víctima del tiempo.
Volteo hacia la puerta de mi habitación, suelo cerrarla aunque este solo, aunque los espíritus y los demonios que me rondan viven adentro y no afuera de ese cuarto vacío sin vida.
La puerta se encontraba abierta y mi mente se desquició, no había nadie más en la casa, solo yo, mi gato y mis recuerdos.
Me levanto y siento el piso helado en forma de nubes acariciando mis cansados pies.
Tengo miedo pero tengo que cerrar la puerta, nadie debe dormir con la puerta abierta.
Camino hacia ella y conforme mis ojos se van acostumbrando a la oscuridad escucho la voz quedita detrás de mi oreja que me dice: “te están mirando, hay alguien ahí…”
Me detengo por unos instantes y escucho que algo se arrastra, algo anda por el suelo y va y viene y quiero arrancarme el alma de miedo y necesito dormir, me cansa mucho sentirme así… tengo dormir…
De nuevo la voz en mi oído: “viene por ti, te va a llevar…”
Quiero gritar pero mi boca esta sellada, mis piernas no me responden y esa “cosa” anda por allí arrastrándose hacia quien sabe dónde ni cómo ni por qué…
¡¿A quién diablos le hice tanto mal que no me deja dormir?!
De pronto lo que sea que sea esta entre mis piernas, me está lamiendo los tobillos como si me saboreara. Estoy muerto de pánico, tengo ganas de vomitar…
“¿Por qué abrieron la puerta?”  Pienso mientras mi corazón está a punto de hacerse trizas…
De pronto, sea lo que sea se pone de pie, siento su respiración en mi cara… me besa, me muerde el labio inferior mientras me abraza apasionadamente como se abrazan los amantes después de no verse en mucho tiempo.
Continuo helado, sin poder moverme… siento sus manos acariciando mi espalda y sus uñas hacen surcos sobre mi… huele a sangre, así como huele el acero, así huele…
Intento mirar sus ojos pero son dos ventanas oscuras que no llevan a ningún lado, no tienen final…
“te veo mañana a la misma hora” me dijo… y se fue…
Amaneció y yo seguía parado frente a la maldita puerta abierta sin poderme mover…

Pienso: “debo de comprar una mejor cerradura”