“Te amo de manera eterna”
Por Charles Espriella
Por Charles Espriella
Te llevo en los labios, como saliva brillando
con sabor a paleta helada de uva.
Te veo en todos lados a toda hora, es como si
el mundo estuviera hecho de tus ojos, tus senos y tus palabras…
Siento un hormigueo cada vez que pienso en ti,
lo siento justo en medio de mis ojos… es como un trance, una espiral envolviéndome…
Siempre te he deseado, desde que estábamos en
la secundaria y te veía sonriendo por toda la escuela con tus labios perfectos
y tu boca llena de dientes y tus ojos grandes y azules como zafiros…
Siempre he querido darte un beso, robarte y
hacerte mía… y que tú también lo quieras, claro, a fuerzas nada… a fuerza nada…
que tú me quieras, eso sería una locura…
Siempre estabas rodeada de gente, pareciera
que tuvieran alas y cuidaran de ti… siempre en torno a ti, como grandes
murallas de carne y hueso… impenetrable para cualquier simple mortal…
Ya han pasado 28 años, es mucho tiempo, es
casi una vida…
En tanto tiempo hay seres humanos que han construido
catedrales, han conquistado países, han esculpido obras de arte o han visto
nacer y crecer a sus hijos… es demasiado tiempo, mucho sin ti…
Es demencial esto que me haces…
Y recuerdo cuando te vi por primera vez… ahí estabas
frente a la tienda donde comprábamos sodas y dulces… era como si el sol hubiera
bajado a la tierra, todo en torno a ti brillaba, eras oro…
Me quede pasmado, viendo como el universo
entero giraba en torno a ti así en tan solo un chasquido de dedos…
Después cometiste la impudencia de mirarme en
una milésima de fracción de segundo lo que mi me pareció una eternidad… después
de ese momento mi alma sabía que algo en mí ya estaba encadenado
irremediablemente a ti…
Tú no lo supiste… ¡que ibas a saberlo! No era nadie para ti, no
era nada…
Y hoy después de todo ese tiempo te vuelvo a
ver…
Tus ojos grandes platos de agua zarca brillan
como dos estrellas fugaces, pero no tienen vida… estas ahí sentada en tui silla
de ruedas con esa bata blanca, pálida como si fueras de porcelana y tus rubios
cabellos se han tornado grises…
¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto?
De pronto, volteas y me ves, la habitación donde
estamos está un poco oscura y tus pupilas se dilatan… y dices mi nombre… y suena
como si lo hubiera escuchado por primera vez, suena embriagante, majestuoso…
suena como solo tus labios pudieran pronunciarlo…
Te voy a platicar todo lo que hice en este
espacio de tiempo sin ti…
Te tomo de las manos y comienzo…
Y esta vez no te dejare ir, porque siempre te amé…
No hay comentarios:
Publicar un comentario